martes, 7 de enero de 2014

¿Qué se le responde a un hijo que nos pregunta por la muerte?

 
 


"Children must learn, often the hard way. But that never in a million years means letting them get hit by a car so they can learn not to cross the road without looking. People must know struggle, so they feel they have earned and learned what matters. But that never in a million years means letting them be tortured or raped or wracked with debilitating disease so they can appreciate being healthy or living in peace. (Richard Carrier – Why I’m not a Christian)"
 
¿Qué se le responde a un hijo cuando nos pregunta si se va a morir algún día? Si suprimimos la fe, ¿qué nos queda?
 
Si Dios es nuestro Padre y quiere llegar a nosotros, ¿cómo es posible que sea tan complicado interpretar su voluntad?
 
¿Por qué es la palabra de Dios tan confusa y equívoca que hace que existan miles de religiones y sectas cada una con una interpretación diferente que reclaman como la verdadera?

Dios, en definitiva, es el padre que abandona al hijo a su suerte en una habitación a oscuras. ¿Qué hace el niño? En primer lugar intenta tomar conciencia de su situación y de las alternativas posibles, al tiempo que llama a sus padres para que vayan en su busca y, al rato de no recibir respuesta alguna, intenta buscar a tientas, desesperanzado, con un profundo sentimiento de abandono y de injusticia, una ventana, una puerta, un interruptor...
 
Creemos que somos una civilización muy evolucionada porque no conocemos ninguna superior. ¿Cómo nos verá a los humanos una hormiga? El gran invento del siglo XX, el motor de combustión interna, tiene una eficiencia máxima de un 40 por ciento, es decir, cerca de un 60 por ciento es energía calorífica que se disipa, y sólo el resto se transforma en energía cinética que impulsa al vehículo.

Después de todo, quizá no seamos tan inteligentes como nos creemos.
 
Mire a su alrededor: contaminación, guerras, pobreza, sufrimiento, pésima organización del trabajo y la productividad, brecha entre pobres y ricos, corrupción política...nada ha mejorado después de varios miles de años de evolución. No somos sino animales en lucha por la supervivencia en un medio que es indiferente hacia nuestro bienestar o dolor.

Y si Dios no sufre por nuestras desgracias, ¿por qué ha de importarle la represión sexual que se imponen a sí mismas algunas personas con el propósito espurio de no ofenderle?
 
Eso sin entrar a decir nada sobre el crimen que se comete impunemente en los grupos sociales en los que se practica la ablación del clítoris, la circuncisión y otras aberraciones inhumanas y torturas horribles.

Nuestro ego y nuestro instinto de supervivencia son el mayor obstáculo para aceptar una existencia intrascendente.
Por un lado, nuestro ego nos induce a rechazar los argumentos en contra de la existencia de Dios dado que, aceptándolos, cuestionamos directamente nuestra concepción de la existencia humana, del propósito de nuestras vidas y de nosotros mismos como seres humanos. Hemos de hacernos humildes como paso previo a poder entender.
Por otro, nuestro instinto de supervivencia es la mayor barrera mental que nos imponemos ante las dudas que incita nuestra curiosidad por entender el mundo que nos rodea. El ser humano es la única criatura (conocida) que vive consciente de que algún día dejará de existir como entidad física corpórea.
 

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