"The continually progressive change to which the meaning of words is subject, the want of an universal language which renders translation necessary, the errors to which translations are again subject, the mistakes of copyists and printers, together with the possibility of wilful alteration, are of themselves evidences that human language, whether in speech or in print, cannot be the vehicle of the Word of God. -- The Word of God exists in something else." (Thomas Paine – The Age of Reason)
¿Es Dios un Ser malévolo? ¿Se abandona a las bajas pasiones humanas, irracionales por otra parte, como son los celos o el rencor? La “Revelación” que se nos ofrece tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento avala esta hipótesis. Por otra parte, cualquier persona puede vivir una vida ejemplar, un buen padre de familia, una esposa devota, un hijo que honra a sus padres para, en el momento justo antes de morir, quizá encontrarse en "pecado mortal" y no haber tenido tiempo (o voluntad) para el arrepentimiento. En tal caso, el Fuego Eterno le espera.
¿Es Dios un Ser malévolo? ¿Se abandona a las bajas pasiones humanas, irracionales por otra parte, como son los celos o el rencor? La “Revelación” que se nos ofrece tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento avala esta hipótesis. Por otra parte, cualquier persona puede vivir una vida ejemplar, un buen padre de familia, una esposa devota, un hijo que honra a sus padres para, en el momento justo antes de morir, quizá encontrarse en "pecado mortal" y no haber tenido tiempo (o voluntad) para el arrepentimiento. En tal caso, el Fuego Eterno le espera.
En cualquier caso, Dios
conoce en todo momento nuestro pasado, presente y futuro. O al menos esto nos
dicen los teólogos.
¿Es Dios quizá un Ser capaz
de enojarse con nosotros, sus criaturas, hasta el punto de castigarnos con
hambrunas, terremotos, plagas y enfermedades? ¿Nos recompensa Dios por las
buenas acciones que realizamos?
El ser humano no puede
comprender a un Dios deshumanizado. Para poder establecer una comunicación le
atribuimos características, e incluso forma, humanas. A veces esperamos que Dios
se comporte como nuestra abuela que tanto nos quería, incapaz de negar nada a
sus nietos, o como un padre bueno que accede siempre, de manera incondicional y
voluntariosa, a dar a sus hijos todo aquello que estos le piden en cada
momento.
Por el contrario, tan
pronto como no vemos nuestros deseos concedidos, nuestra soberbia nos conduce
invariablemente a negar a Dios, a insultarle, a menospreciar su divinidad, a
juzgarle en ausencia de pruebas concluyentes. Otros con mucha Fe se convencen a sí mismos pensando “Dios proveerá”, “En Dios nada he de temer”, “Dios, en su infinito conocimiento, sabe perfectamente lo que necesito y lo que no”. Son pensamientos que tranquilizan nuestras atribuladas conciencias...
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