martes, 26 de noviembre de 2013

La Iglesia Católica tiene como dogma de fe la existencia del diablo.



"Is it more probable that nature should go out of her course, or that a man should tell a lie? We have never seen, in our time, nature go out of her course; but we have good reason to believe that millions of lies have been told in the same time; it is, therefore, at least millions to one, that the reporter of a miracle tells a lie." (Thomas Paine – The Age of Reason)










La Iglesia Católica tiene como dogma de fe la existencia del diablo que, cuando Dios se lo permite, puede llegar a poseer el alma de un ser humano. También el diablo tiene a veces permiso de Dios para infestar edificios, o amedrentar a las personas actuando directamente sobre la realidad material. Son célebres los casos de Santos que contaban cómo su lecho se movía o incluso levitaban. Estas, que podrían parecer historias trasnochadas, relatadas hace siglos por oscuros monjes con la coronilla rapada, en realidad parecen ser de gran actualidad. Baste con recurrir a los libros publicados recientemente por el Padre Fortea y por el padre Gabriel Amorth, exorcista oficial del Vaticano.
¿Permite Dios al diablo que nos atormente, causándonos, por ejemplo, perjuicios o ruina económica, problemas laborales, divorcios y separaciones entre familiares? ¿Si es así, con qué propósito lo permite?
Según la doctrina de la Iglesia, Satanás intenta siempre hacernos creer que no existe, que la condenación eterna es una fantasía. Pero su soberbia le impulsa a manifestarse siempre que un sacerdote se enfrenta a él al practicar un exorcismo. Los indicios que determinan la existencia de una posesión demoníaca son pocos y bien documentados. Normalmente, la víctima de la posesión reacciona desesperadamente ante los objetos sagrados como un crucifijo, o el agua bendita. A veces levita o habla en lenguas antiguas.
Todos esos casos de posesión demoníaca, reconocidos por la Iglesia y que, por otro lado, podrían no superar el centenar, ¿son reales?, o de lo que se trata es de atraer a los fieles al redil. Al permitir la posesión diabólica, Dios nos haría indirectamente testigos de su propia existencia.
La misma cuestión se plantea con respecto a los casos de curación milagrosa de Lourdes. La Iglesia, después de someterlos a un exhaustivo proceso de verificación, sólo ha admitido como auténticos unos sesenta y siete de cerca de siete mil curaciones de las que se ha dado testimonio desde que la Virgen María se apareció a Bernadette Soubirous en la gruta a mediados del siglo XIX.
¿Hemos de concluir que todos estos casos, tanto de milagros como de posesiones, son falsos?
Podríamos preguntarnos también por qué la Virgen María no evitó completamente el atentado contra Juan Pablo II el día 13 de mayo de 1981. En su lugar, como es bien conocido, el Papa atribuyó su supervivencia a la intercesión de la Virgen de Fátima, secreto que habría sido confiado a los tres pastorcillos portugueses a quienes se apareció un mismo 13 de mayo de 1917.

Por el contrario, los sesenta y siete casos de curación milagrosa de Lourdes que han sido reconocidos por la Iglesia están bien documentados. No se encuentra ninguna explicación médica posible a todas esas curaciones.

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