A veces me llaman la atención hechos como, por ejemplo, que durante la guerra Crimea, que tuvo lugar a mediados del siglo XIX y en la que se enfrentaron Gran Bretaña, Francia y Turquía con Rusia, morían
de cólera más soldados que por las balas, los sables y las bombas.
Retrospectivamente, 170 años
después, es fácil proponer soluciones, hoy evidentes, a tales problemas.
Dentro de 20, 30 o 50 años, una vez la humanidad haya encontrado un remedio contra el cáncer,
miraremos atrás y nos preguntaremos con gran asombro cómo no fuimos capaces de haber entendido la enfermedad mucho antes y, de esa forma, haber librado a millones de personas del sufrimiento gratuito, físico y emocional, que conlleva.
Este es el camino de la enseñanza de nuestro Padre
del cielo, que nos ama.
Millones de seres humanos han de padecer enormes
sufrimientos y una muerte prematura para que los demás podamos aprender.
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