miércoles, 24 de agosto de 2016

"El pecado de la carne"



Si es en realidad el Demonio quien nos tienta, ¿por qué se conforma con proyectar en nuestra mente pensamientos y deseos impuros pudiendo facilitarnos cometer adulterio y romper así una familia creando mucho más dolor y sufrimiento?

La réplica de la teología es que el diablo nunca puede actuar contra nuestra voluntad...es decir, no puede forzar a dos personas a cometer adulterio, sólo puede valerse de su poder limitado para influir nuestras conductas mediante imágenes mentales que, con la aquiescencia de nuestra voluntad, nos arrastran a albergar deseos pecaminosos...

Este argumento invoca inmediatamente la aplicación de la regla de la navaja de Ockham ("En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable."). ¿No es más probable que esos pensamientos y deseos "impuros" no sean más que un instinto perfectamente humano llamado "instinto sexual", necesario para la preservación de la especie? 


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